Cada día la gente se dispone a "ponerse su mejor vestimenta" para lucir elegantes y/o atractivos en nuestro medio social, y, le damos tanta importancia a la apariencia que olvidamos que la mejor manera de vestir es "vestirnos de felicidad", a ver, ¿explícame eso?.
Pienso que una manera adecuada de hacerme entender, es considerando la paradoja de un payaso: porque quien se gana la vida como payaso, debe vestirse y actuar como payaso para hacer reír a los demás, pero, lo trágico es que muchas veces su vida personal es todo lo contrario, y llevan encima una carga de infelicidad muy tormentosa.
Por eso, digo que muchas personas, aunque elegantemente ataviadas, incluso con lujos ostentosos, no son precisamente las más más felices, y su vida no pasa de ser una payasada, es decir, aparentan para agradar a los demás pero internamente son infelices.
Vestirse de felicidad, es ser alegre, honesto, humilde, amable. Es ver lo positivo y bueno de la vida. Es tener una sana autoestima.
Vestir de felicidad es una metáfora que sugiere "vestir" nuestra alma con valores, sentimientos y actitudes que nos permitan disfrutar la emoción de vivir plenamente cada dia, disfrutando momentos y personas.
Vestirse de felicidad es también mirar hacia uno y no hacia los demás. No vayan a entender que hablo de egocentrismo. Mirar hacia uno es ocuparse de uno mismo y no de los demás, significa desechar "payasadas" como envidias, murmuraciones e intolerancia, porque ese triángulo de antivalores son para quienes viven aparentando cual payasos, creyendo que se pueden reír de los demás, cuando su vida es el propio desastre: las apariencias son el circo de los fracasados y frustrados.
Cada mañana, cuando te veas frente al espejo y meditas cómo quieres verte, preocúpate en reflejar lo mejor de tí, porque nada es más bello en tí que tú mismo. ¡Vístete de felicidad!, derrochando alegria, sonrisas, espontaneidad, y ....¡deja las apariencias para quienes aman lucir cual payasos!.
De manera que "la felicidad no es una payasada", es decir, no es aparentar felicidad con un tormento por dentro. La felicidad no es apariencia, es vivencia, y se disfruta de verdad.
Me agrada identificar a la felicidad con la belleza. Privilegio la felicidad con la belleza. Pero cómo no hacerlo si las personas felices son las más bellas del mundo, porque aman y son amadas.
Quiero finalizar que circo fue empleado en esta publicación como metáfora: refiriendo que el circo es un escenario donde mucha gente tiene la labor de hacer feliz a la gente, pero algunos de ellos no lo son por diversas circunstancias que escapan al hilo editorial de este blog. De manera que no debe interpretarse el empleo de esta metáfora en esta publicación de otra forma que no sea la especificada en este párrafo de cierre. He visitado el circo, y amo el espectáculo circense porque de verdad que logran su cometido de brindar momentos de esparcimiento a adultos y niños, en virtud del respeto a este trabajo circense, hago la aclaratoria.
Pienso que una manera adecuada de hacerme entender, es considerando la paradoja de un payaso: porque quien se gana la vida como payaso, debe vestirse y actuar como payaso para hacer reír a los demás, pero, lo trágico es que muchas veces su vida personal es todo lo contrario, y llevan encima una carga de infelicidad muy tormentosa.
Por eso, digo que muchas personas, aunque elegantemente ataviadas, incluso con lujos ostentosos, no son precisamente las más más felices, y su vida no pasa de ser una payasada, es decir, aparentan para agradar a los demás pero internamente son infelices.
Vestirse de felicidad, es ser alegre, honesto, humilde, amable. Es ver lo positivo y bueno de la vida. Es tener una sana autoestima.
Vestir de felicidad es una metáfora que sugiere "vestir" nuestra alma con valores, sentimientos y actitudes que nos permitan disfrutar la emoción de vivir plenamente cada dia, disfrutando momentos y personas.
Cada mañana, cuando te veas frente al espejo y meditas cómo quieres verte, preocúpate en reflejar lo mejor de tí, porque nada es más bello en tí que tú mismo. ¡Vístete de felicidad!, derrochando alegria, sonrisas, espontaneidad, y ....¡deja las apariencias para quienes aman lucir cual payasos!.
De manera que "la felicidad no es una payasada", es decir, no es aparentar felicidad con un tormento por dentro. La felicidad no es apariencia, es vivencia, y se disfruta de verdad.
Me agrada identificar a la felicidad con la belleza. Privilegio la felicidad con la belleza. Pero cómo no hacerlo si las personas felices son las más bellas del mundo, porque aman y son amadas.
Quiero finalizar que circo fue empleado en esta publicación como metáfora: refiriendo que el circo es un escenario donde mucha gente tiene la labor de hacer feliz a la gente, pero algunos de ellos no lo son por diversas circunstancias que escapan al hilo editorial de este blog. De manera que no debe interpretarse el empleo de esta metáfora en esta publicación de otra forma que no sea la especificada en este párrafo de cierre. He visitado el circo, y amo el espectáculo circense porque de verdad que logran su cometido de brindar momentos de esparcimiento a adultos y niños, en virtud del respeto a este trabajo circense, hago la aclaratoria.
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